...lo escribiò su hermano que vive en La Pampa.
Es un poquito extenso, pero vale la pena leerlo hasta el final. ¡COMO LA TUVE QUE REMAR!Mirálos, mirálos como saltan los tres abrazados, se cantan todo. Vos los ves ahí saltando y cantando todas las canciones y parece que se hubieran criado acá a la vuelta, en el pasaje Corbatta.
Pero no ¡eh! ¿Sabes cómo la tuve que remar para hacerlos de Racing?
Sí claro, vos la vez fácil porque seguro vivís acá, en Avellaneda, ¿O no?, claro ¿ves?
Ustedes vienen al cilindro cuando se les canta. Fijate cómo está hoy la cancha. Esto es una fiesta. Metés a cualquier pibe adentro de este carnaval y no hay manera que no te salga de Racing. Pero ¿vos sabés lo que es hacer un hincha de Racing allá, en un pueblito de La Pampa?
Lo que pasa es que allá la mayoría es de Boca o River.
¡Y te cagan la fruta, viejo! Vos no sabés las cosas que tuve que hacer para que no me los robaran. Para colmo hay una edad complicada para estas cosas, te diría que es más o menos en los primeros años de la escuela primaria, donde los chicos se prenden en la que está la mayoría. Imaginate una criatura a los 6 ó 7 años; en medio del recreo, le preguntan de quién es hincha, “¿de quién?¿de Racing? ¡pero si ustedes nunca ganan nada!” Les decían.
Y para colmo era cierto. Te venían con esa historia de la escuela y uno tenia que salir con “Si, pero fuimos los primeros Campeones de Mundo” “Por algo nos dicen La Academia” “Tenemos los colores de la Patria” y que sé yo cuántas cosas más uno buscaba en la historia de Racing para que no desertaran.
El mayor de los tres, ese de barbita, lo vio campeón recién cuando tenía ¡16 años! Imaginate las que se tuvo que comer.
Cuando jugaba la Selección yo le decía que era Racing. Y gritábamos los goles como si fueran de Racing ¡eh! Se va al carajo, pensaba yo. Total la selección tiene muchos hinchas.
Vos sabés, entrábamos a los negocios de ropa deportiva para comprarle una camiseta y eran todas de Boca o River. “Lo que pasa que somos muchos hinchas de Racing y se venden enseguida” le mentía.
Nooo, ustedes no se imaginan lo que es hacer un hincha de Racing allá en el pueblo.
Hacer uno ya es difícil, ¡yo hice tres! ¡Tomá! Que me los vengan a dar vuelta ahora.
Pero miralos ahora, miralos cómo saltan los tres abrazados, con camisetas, gorros, banderas. Se cantan todo.
Y fijate qué cosa rara, el caso mío fue al revés. Porque cuando yo era muy chico creo que era de Boca, no me acuerdo bien, pero si mi viejo era fana de Boca yo seguro que andaba por ahí. Resulta que teníamos un vecino, el “Zito” Paccioni, que era fana de La Academia y había sido un buen jugador de fútbol, ahí en el pueblo nomás. Y por supuesto, le decían Zito por Vicente Zito, “La Bordadora”, aquel que fue goleador de Racing por los años ‘35,’40.
La cuestión es que el “Zito” se cruzaba siempre a la despensa de mi vieja y me daba manija con Racing, hasta le compraba golosinas a mi vieja y me las regalaba para convencerme. Pero claro, él la tuvo fácil conmigo, porque era por el ‘66,’67, cuando salimos campeones de América y del mundo. Así que, se ve que no la pensé mucho.
Pero lo que se vino después. ¡Mamita! Después tuve que esperar 35 años para festejar otro campeonato.
¡Y que 35 años! Porque las que pasamos en todo ese tiempo ¿no? Sí, tal cual. Aguantamos de todo. El descenso, la vez que le alquilamos el equipo completo a los mendocinos, el estadio destruido, que hasta llegamos a alquilarlo para depósito de papas, ¿te acordás?, qué bárbaro.
Y allá en el pueblo rodeado de gallinas y bosteros. “Ah, sos de Racing” te decían, “Y bueno, que se la va hacer”.
Nooo, era muy bravo.
Eso sí, eh, somos curtidos y solidarios. Allá, cuando nos enteramos que hay otro de Racing lo buscamos, es como incorporarlo a una logia. Nos tenemos identificados, es cómo un rótulo en la frente. No importa el oficio, la profesión, nada, para el resto de la gente somos “Fulano de Tal, ese que es hincha de Racing”.
Mirá como será, un día me dicen que el cura nuevo era de Racing. Yo no había ido ni a catecismo. El Padrenuestro lo sabia hasta donde dice “…que estás en los cielos”, no más que eso. Para esa época ya tendría unos 18 años y les dije a mis viejos que el domingo tenía ganas de ir a misa. “Qué grande debe ser la cagada” dijo mi viejo. La cuestión es que fui, me sentía como sapo de otro pozo. Al principio quería seguir la liturgia religiosa, pero no embocaba una, así que me quedé en el molde. Solo pensaba en como llegar hasta el cura, la veía difícil. Hasta que en un momento veo que se arma una cola que enfila para el altar, y me mandé. Estudié un poco el asunto, puse cara de circunstancias, crucé las manos atrás y me dejé llevar lentamente. Cuando estábamos llegando me doy cuenta que era para tomar la hostia. Pero ya no podía volverme. Cuando me tocó a mí, lo miré a los ojos, apreté los labios por las dudas, y mientras que con la cabeza le decía que no, me abrí la campera y le mostré la camiseta de Racing que llevaba abajo. El tipo se quedó con la hostia a medio camino y la boca entre abierta y con una leve sonrisa. Se le iluminaron los ojos al curita. Nos quedamos mirándonos, se ve que más de lo habitual, porque la vieja que venia atrás nos apuró con una tosecita. Pero fue suficiente como para que el cura supiera que no estaba solo.
Después de la misa me buscó y charlamos un montón, nada de religión. ¡Bah!… si, charlamos de Racing…
Es que somos pocos allá.
¿Vos sabés que es lo que más nos gusta cuando venimos al cilindro? Esto de estar rodeado de tantos hinchas de Racing. No estamos acostumbrados a ser parte de una masa de gente toda de Racing.
Mirá que después de hacer 500 km venimos medio cansados. Nosotros salimos a las cinco de la matina para venir acá. Pero ya cuando encaramos para el puente Pueyrredón y empezamos a ver hinchas que van para la cancha se nos pasa el cansancio, sacamos las banderas por la ventanilla y empezamos a cantar. Ni te cuento lo raro que es cuando ya venimos caminando para el estadio rodeados de tantas camisetas y banderas. Raro y emocionante. Nos dan ganas de abrazarnos con todos.
Por eso los ves así, tan eufóricos. Mirá mirá, mirá como cantan los tres abrazados.
Yo los miro desde acá y siento la satisfacción del deber cumplido. ¡Ya está! Los tres son fanas de Racing.
¡Pero cómo la tuve que remar!
¿Sabés la que me pasó con el del medio? El del medio es el flaquito ese que anda gatillando fotos. Ese, sí, el de pelo cortito. Bueno, resulta que cuando era chico iba siempre a la casa de su mejor amiguito. Y eran todos de Boca en esa familia. ¡Y me descuidé! Me lo dieron vuelta. Y bueno, lo dejé, que iba a hacer. Pasaron los años y yo veía que no le calentaba un carajo Boca. Pero me hacía el sota, no decía nada. Los que lo jodían eran los hermanos. Para que volviera ¿viste? Yo nada. Y resulta que hace unos años, cuando él ya tendría unos 16 más o menos, empecé a notar que cuando iba a jugar un picado se ponía una camiseta de Racing. Yo con eso ya me conformaba. Pero un día nos hacemos un viajecito y lo trajimos a ver un Racing – River. Tres nos comimos. Pero ¿sabes qué? Se volvió loco, se cantó y se saltó todo, parecía un exorcismo, le salía el hincha contenido de tantos años. ¿Sabés que me dijo después del partido?, “Ahora entiendo lo que es ser de Racing”. ¡Yo casi me caigo de culo! Y bueno, después de eso ya quedó infectado, y ahí lo tenés, abrazado con los otros dos hermanos.
¿Vos sabés que a veces pienso que yo los traigo a la cancha para verlos así abrazados? Yo me hago el gil y me quedo un poco más atrás. Entonces disfruto de verlos.
Es que se me juntan las dos pasiones. Porque los hijos son como una pasión ¿no? No sé, por ahí es tema para un psicólogo. Pero los chicos te alegran, te amargan, te hacen renegar, por ahí te sentís orgulloso, por ahí los querés echar al carajo. Pero al final siempre está ese vínculo tan fuerte, inigualable, incondicional. Como con Racing ¿no?
¡Pero como la tuve que remar, la puta madre!
Con el único que la tuve un poco más aliviada fue con el más chico. El más chico es ese flaco de rulos, si sí, es el más alto pero es el más chico. Con ese me ayudó un poco que lo vio campeón a Racing cuando tenía 6 años. Ese ya ligó mejor. Pero igual, no me podía descuidar. Para colmo desde que lo traje cuando era chico no lo podía ver ganar a Racing, o empatábamos o perdíamos. Yo pensaba que se iba a cansar de tanto sufrir. ¡Pero no, che! El tipo disfruta de cantar todas las canciones, no putea a los jugadores, no reniega, nada, él disfruta.
Miralos miralos, cómo disfrutan los atorrantes.
Vos sabés que, más bien que yo vengo a ver ganar a Racing, pero sino, por lo menos ruego que hagamos un gol. Porque cuando Racing hace un gol, ellos me buscan y me vienen a abrazar. Y nos abrazamos los cuatro gritando desaforados, y yo aprovecho y los abrazo aún más. Y llega un momento que ya no sé si festejo el gol de Racing o le estoy gritando gracias a la vida.
¡Mirá mirá, ahí entra Racing! ¡La vida es una fiesta!
Mayo/2011.
Realicó/General Pico....