“Todos me ayudan para que nunca me maree”Rodrigo De Paul, la nueva joyita de Racing, cuenta lo que le piden en el plantel. Y avisa: “Sé que sólo puedo seguir creciendo si mantengo los pies sobre la tierra”.
Era un niño atraído por ese juguete redondo al que correteaba en las divisiones infantiles de Racing. Tenía 11 años, la inocencia propia de la edad y la frescura en gesto. Del otro lado del mundo, en Europa, Mauro Camoranesi, con una dinámica demoledora, descollaba en la selección de Italia que atesoró la Copa del Mundo de Alemania 2006. Rodrigo De Paul, aquel gurrumín que se crió en Sarandí jugando en una canchita cercana a las vías, ya miraba con ojos de admiración a Mauro. Ni idea tenía que alguna vez recibiría pases de uno de sus máximos referentes. Mucho menos que, con sólo tres partidos como titular, ya se convertiría en una de las últimas joyitas juveniles de la Academia, sumado a Luciano Vietto y Ricardo Centurión, todos promovidos por Luis Zubeldía.
“No noto que reciba muchos elogios... Trato de escuchar poco para que no me hagan volar ni nada por el estilo. Siempre pido consejos y presto atención a lo que me dicen los más grandes. Gracias a Dios, estoy muy tranquilo”, le cuenta Rodri a Olé , un rato después de cocinarse fideos. También, un rato más tarde de haber abandonado la práctica por una lesión sin gravedad: una contractura en el recto anterior de la pierna derecha.
-¿Es muy difícil no creérsela jugando en Racing a los 18 años?-Todos me ayudan para que nunca me maree. Es el objetivo de mis compañeros y el mío. Sé que es muy común que a jugadores de mi edad les pase eso. Tengo que mantener los pies sobre la tierra. Es lo más importante para crecer. Si no, me puedo ir para cualquier lado. Y no quiero.
-Igual, no podés negar que la vida te cambió.-Lo mínimo. Por ahí firmo algún autógrafo cuando salgo del vestuario o me sacan fotos. Pero no más que eso. La gente que siempre me rodeó y su cariño son los mismos, no cambian.
-¿Qué sentís cuando te piden autógrafos?-De entrada me daba vergüenza, je. A la gente le preguntaba: “¿A mí me lo están pidiendo?”. Pero me fui acostumbrando. Y me pasa algo muy gracioso: siempre nos confunden a Zucu y a mí cuando nos piden una firma. El otro día estábamos en el mismo auto. Se nos acercó un chiquito y le pedí que adivinara quién era Zucu. Y me señaló a mí, je.
-En la cancha tienen estilos muy distintos.-Sí, pero él tiene más recuperación que yo. Así que estamos ahí, parejos.
-¿Te adaptaste a la Primera mucho más pronto de lo que pensabas?-No imaginaba que lo haría tan rápido, aunque todavía me falta. En la posición que juego ahora (por izquierda) me gustaría tener más quite. Eso lo veo en los videos. Y cuando tengo la pelota, necesito cuidarla más. A veces me apuro, no sé si será por el ritmo intenso de los partidos.
-Por ser enganche natural, ¿te complica la banda con el perfil cambiado?-Es jodido, pero me adapté. Lo que pretende Luis (Zubeldía) es que enganche para adentro y, cuando pueda, patee con el arco de frente. Además, si tengo que desbordar por afuera y tirar el centro, lo hago. Contra San Martín mandé el centro de zurda en el gol de Zucu. No tengo una izquierda para decir ¡bueh!, pero me la rebusco, je.
-¿Te ponés nervioso antes de los partidos?-No, no me pongo nervioso ni me pesa la camiseta. No lo tomo como una presión. Ni cerca. Me divierto mucho, sabiendo que tengo mis responsabilidades.
-¿Qué te divierte?-Cuando tengo la pelota, cuando veo una jugada linda... Me pone feliz que algún compañero meta un gol. Me divierto mucho.
-Ante Belgrano enganchaste de rabona. ¿Habías hecho eso antes?-En Inferiores, una o dos veces. En la semana, jodiendo con Luis (Fariña), la tiré. Y lo pude repetir en el partido. Pero lo hago para que sea productivo, no para hacerlo por hacer.
-¿Cómo fue meter tu primer gol, en San Juan?-Pensé mucho en mi familia. En mi vieja (Mónica), mis hermanos (Guido y Damián). Y mi abuelo Osvaldo, que lo vio desde el cielo. Siempre me acuerdo de él, fue quien más me acompañó. Me iba a buscara todos lados, me sacaba del colegio para llevarme a entrenar, renegaba conmigo. Fue el más importante. Le debo mi carrera a él.
-¿Quiénes son tus ídolos en el fútbol?-Riquelme y Zidane. Sobre todo Román. Nunca pierde la pelota, siempre la aguanta bien. Todos saben que a esos jugadores hay que marcarlos bien, pero de alguna u otra manera siempre reciben solos. A Camoranesi también lo admiré siempre. En ese Italia campeón del mundo, donde también estaba Totti, ya me gustaba su juego.
-¿Camoranesi te dijo algo que te marcara?-Antes de la primera fecha, cuando yo jugaba de enganche, vino y me pidió que cuando la pelota fuera por un costado, yo me tirara hacia el otro para buscar el espacio. Eso me quedó muy grabado, no podía creer que se me acercara a mí. Y después de Lanús, Saja me felicitó, pero me comentó que vendría lo más difícil: mantenerme.
-¿Te dieron ganas de pedirle algo a Camora para tenerlo de recuerdo?-Me gustaría pedirle una camiseta a Mauro para verla el día de mañana y poder decir: “Yo jugué con Mauro”. Pero me da mucha vergüenza, je.
-¿Cómo ves la posibilidad de jugar con Vietto, Fariña y Centurión?-Ojalá, sería un sueño que juguemos todos juntos. Pero eso lo decidirá el técnico y también se necesita de los jugadores grandes.
-¿Añorás aquellos picados en el barrio?-Sí, claro. Ahí me mandaban arriba porque la metía siempre. Se extraña. También jugué hasta los siete años en el Deportivo Belgrano, de Sarandí. Cuando puedo voy y hago de técnico de los pibes, je.
Fuente: http://www.ole.com.ar/racing/ayudan-maree_0_886111434.html